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  Manglares vs Petroleras
 

El manglar: un tipo de bosque único

En términos generales, la percepción pública acerca de los bosques tropicales rara vez incluye al bosque de mangles (o manglar), pese a que este tipo de ecosistema se encuentra exclusivamente en las regiones tropicales y subtropicales del planeta. Es cierto, por supuesto, que sus características son claramente distintas a lo que el imaginario popular considera "bosque tropical" (una vegetación exhuberante en la que destacan gigantescos ejemplares de árboles, acompañada de la más variada gama de especies de fauna). Sin embargo, no por ello deja el manglar de ser un tipo de bosque tropical. Y único.

Lo primero a señalar es que este tipo de bosque se ubica en zonas permanentemente inundadas, pero a su vez caracterizadas por la presencia de agua salada. Son bosques que "se meten" en el agua, ya sea en costas oceánicas o en deltas de ríos que desembocan en el océano. En estas condiciones, son pocas las especies de árboles que pueden sobrevivir. El "mangle" (que en realidad no es una, sino unas 20 especies de árboles a nivel mundial), es capaz de adaptarse a esas difíciles condiciones y genera a su vez las condiciones para que otras especies, tanto de fauna como de flora, se puedan instalar en ese ambiente.

Es por tanto un tipo de bosque único, que a su vez brinda determinados servicios y bienes también únicos. Una de sus funciones principales consiste en la protección de la banda costera frente a perturbaciones atmosféricas agudas (ciclones, huracanes), de común ocurrencia en las regiones donde se desarrolla. Es también fundamental para el desarrollo de numerosas especies de fauna (peces, camarones, crustáceos, aves, etc.), que lo utilizan como abrigo, donde obtienen sus alimentos y en el que encuentran oportunidades para la reproducción. El conjunto de esos bienes y servicios proveen a su vez de medios de vida a numerosas comunidades humanas que habitan en sus inmediaciones y que en gran medida dependen del manglar para su supervivencia.

Sin embargo, en la actualidad el manglar se encuentra sumido en un grave proceso de desaparición y degradación. A nivel mundial, se estima que ya ha desaparecido el 50% y que gran parte de los manglares restantes se encuentran en peligro. Las razones son varias, pero en su mayoría se relacionan con actividades empresariales a gran escala.

La industria camaronera es la que más se ha destacado en la destrucción del manglar. Esta industria se instala en la zona de manglares, precisamente porque allí se desarrollan naturalmente los camarones. Sin embargo, no se limita a "pescarlos", sino que pretende aumentar sustancialmente su producción e incluso el tamaño de los camarones. Lo que hace entonces es sustituir grandes áreas de manglar por enormes "piscinas", donde "siembra" los camarones comercialmente más valiosos a los que alimenta artificialmente.

Se trata entonces de un monocultivo industrial a gran escala, propenso por ende a todos los problemas que aquejan a los monocultivos, en particular las enfermedades. Cuando éstas aparecen (y siempre lo hacen), se las combate con antibióticos hasta tanto la operación sea financieramente viable y luego simplemente la empresa se retira de la zona y busca una nueva área de manglar para volver a repetir el mismo proceso. Lo que deja atrás es un manglar destruido y una población empobrecida --por la pérdida de los recursos del manglar de los que dependía- pero ello no parece importar ni a los empresarios camaroneros ni a los gobiernos que les permiten desarrollar su actividad destructora. ¿Por qué? Simplemente porque se trata de un sector exportador: las empresas obtienen sus dólares y la "macroeconomía" sus divisas. Ni el ambiente ni la gente local parecen siquiera figurar en la ecuación.

Paradójicamente, un actor importante en la destrucción del manglar es la industria turística. La paradoja radica en que se instala en esas zonas por el hecho de que las mismas tienen un claro atractivo turístico y sin embargo, en muchos casos hace todo lo posible por destruirlo: desde la construcción de carreteras y calles, hasta la edificación de grandes complejos hoteleros. Casi todo a expensas del manglar. Incluso, en el afán de incrementar sus ganancias, "limpia" de mangles amplias áreas para así aumentar la superficie de playas y por ende el número de turistas bañistas. El resultado no se hace esperar. Al primer huracán desaparece --por la ausencia de la barrera protectora del manglar-- no sólo la playa, sino también todas las construcciones edificadas contra la costa. El atractivo turístico desaparece y la industria muere.

La explotación petrolera y gasífera es en varios países el problema central. Debe recordarse que el manglar se desarrolla en el agua y que una de las características principales de la explotación de hidrocarburos es la contaminación hídrica. El manglar en su conjunto se ve afectado por esta contaminación, que comienza por impactar sobre las especies de fauna que allí habitan y termina por matar a los propios árboles. Dada su ubicación costera, los manglares son tanto afectados por la explotación petrolera "off-shore", como por las actividades petroleras tierra adentro, puesto que la contaminación termina en ambos casos por desembocar en el manglar.

Si bien en menor escala, la minería también se está constituyendo en agente de destrucción en ciertas regiones del mundo. En efecto, algunos yacimientos de minerales se encuentran en áreas de manglar y su explotación comercial implica la destrucción total del mismo.

Los señalados hasta aquí son los agentes de la destrucción del manglar, pero es importante señalar ahora cuáles son los actores que intervienen en su conservación, entre los que se destacan las comunidades locales que lo han utilizado tradicionalmente para su sustento. En efecto, son ellas las que luchan por conservar el manglar, por la sencilla razón de que lo necesitan para su supervivencia. Son, al mismo tiempo, las que poseen el conocimiento tradicional acerca de su uso sustentable. Es por ello que al frente de las luchas por la defensa del manglar se ubican casi siempre esas comunidades locales.

A su vez, es importante señalar el papel fundamental que juegan las ONGs ambientalistas en su apoyo a las luchas locales y en la generación de conciencia a nivel nacional y global acerca de la importancia socioambiental del manglar. En su accionar individual y colectivo han en muchos casos logrado detener procesos de destrucción del manglar e impulsado la aprobación de legislación específica relativa a este ecosistema. A nivel global han intervenido activamente en procesos internacionales y en campañas, que también han resultado en importantes avances en materia de protección del manglar.

Más recientemente, el surgimiento del turismo ecológico (de bajo impacto), también se ha sumado al proceso de protección, desarrollando alternativas que vuelven compatible la actividad turística en pequeña escala con la conservación del manglar.

De esta apretada descripción del problema y de los principales actores involucrados, surge claramente la conclusión de que el futuro del manglar depende esencialmente de un cambio en la correlación de fuerzas entre quienes contribuyen a su destrucción y de los que luchan por su conservación.  Al mismo tiempo, resulta igualmente claro que la lucha local debe proyectarse al plano nacional, para influenciar positivamente la toma de decisiones por parte de los gobiernos. Aquí resulta entonces imprescindible ampliar el frente de defensa del manglar, incorporando a todos aquellos actores dispuestos a participar en esa lucha: organizaciones de comunidades tradicionales, de campesinos, de pescadores, de indígenas, de trabajadores, ONGs ambientalistas y sociales, académicos, parlamentarios, periodistas y el público en general.

Finalmente, también resulta fundamental el desarrollo de campañas a nivel internacional, para influenciar tanto a aquellos actores y procesos globales cuyas decisiones políticas y económicas resultan en destrucción o conservación del manglar (tales como organismos multilaterales de crédito, convenios ambientales internacionales, agencias bilaterales de cooperación, etc.) como a los propios consumidores (de camarones, de servicios turísticos, de hidrocarburos).

Esperamos con esta REFLEXIÓN podamos empezar una verdadera cultura de cuidado y conservación de nuestros manglares --y en particular por la difusión de las heroicas luchas que se llevan a cabo a nivel local-- hacer un aporte a ese proceso, ayudando a generar más conciencia sobre el problema, que a su vez se traduzca en el necesario cambio en la correlación de fuerzas en la lucha por el futuro del manglar.


 
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